El poder de las emociones
Una mirada integral a la salud
Desde la antigüedad, la humanidad ha intuido la conexión entre lo mental y lo corporal.
A partir del siglo XIX, la investigación científica comenzó a arrojar luz sobre esta compleja relación, dando lugar a disciplinas como la medicina psicosomática, la conductual, la psicofisiología y la psicología de la salud.
Las emociones, como la ira, el miedo, la tristeza o el estrés, juegan un papel fundamental en esta conexión. Estas reacciones emocionales generan respuestas fisiológicas a través del sistema nervioso, afectando glándulas, órganos, tejidos, músculos y sangre.
Numerosos estudios avalan la relación entre las emociones y diversos trastornos, desde los cardiovasculares y digestivos hasta aquellos relacionados con el sistema inmunológico. Las enfermedades psicosomáticas, como el asma o las úlceras, son un claro ejemplo de esta conexión.
A mediados del siglo XX, las enfermedades infecciosas eran la principal causa de muerte. Sin embargo, gracias a avances como el tratamiento del agua, la higiene alimentaria y las campañas de vacunación, estas enfermedades han sido controladas en gran medida. En su lugar, han surgido nuevas amenazas como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades crónicas degenerativas.
Esta evolución ha impulsado un cambio en el modelo médico tradicional, dando lugar al modelo biopsicosocial, que considera los factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales como elementos clave en la salud y la enfermedad.
Las emociones se han planteado
como una de las variables a conocer y
tratar en la nueva concepción de salud
Las emociones negativas como la ansiedad, el estrés y la ira aumentan el riesgo de padecer enfermedades somáticas. Diversos autores, como Hans Selye y Lazarus y Folkman, Edward Bach, han estudiado los efectos del estrés en el origen y desarrollo de enfermedades.
Las emociones no solo actúan como desencadenantes, sino que también pueden agravar y cronificar enfermedades existentes. Además, los estados emocionales crónicos pueden llevar a hábitos poco saludables como el consumo de alcohol y tabaco, una mala alimentación y la falta de actividad física.
Las emociones también pueden afectar la relación de la persona con su entorno, dificultando el cumplimiento de los tratamientos médicos y obstaculizando el proceso de curación.
En este sentido, las Flores de Bach y las psicoterapias pueden ser herramientas útiles para modificar las consecuencias negativas de la relación entre emoción y enfermedad.
La psicología humanística se centra en el estudio de las disfunciones cognitivas, los problemas de procesamiento cognitivo y la dificultad para expresar las emociones. Estos conceptos son piezas clave para comprender la compleja relación entre las emociones y la salud, abriendo nuevas vías para la promoción del bienestar y la prevención de enfermedades.
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